La crisis del Covid19 ha interrumpido los trabajos desarrollados desde la Plataforma por la Democracia Económica que estaban encaminados a construir una propuesta del armazón normativo imprescindible para impulsar la participación de los trabajadores españoles en las empresas.
Nos parecía imprescindible hacer una revisión histórica de lo que ha supuesto ese camino en otros países y hacer un esfuerzo para actualizar sus planteamientos y concretarlos para España. Para que el fruto de ese propósito fuera un éxito y, sobre todo, para que facilitara un debate político sobre su alcance y contradicciones, había que imaginarlo primero y mejor con todo detalle.
Hemos cubierto buena parte de las vertientes de un proyecto legislativo, desde la exposición de los motivos que justifican dar un paso en ese sentido aquí y ahora, hasta los capítulos y los apartados que deberían formar parte imprescindible de un proyecto de ley, con sus respectivos comentarios, incluido un análisis comparado de las mejores experiencias desarrolladas en los diversos países occidentales.
Un procedimiento intenso y abierto y mas de un año de trabajo habían culminado en la octava versión de un documento con el título “Hacia una ley que impulse la participación de los trabajadores en las empresas” al que se puede acceder desde estas líneas. No es todavía un producto final pero está muy cerca de serlo.
Se trata de una obra colectiva, sometida a un largo proceso de enriquecimiento y filtrado, que acababa de enriquecerse con las aportaciones de un muy selecto colectivo formado por 70 especialistas cualificados en economía y derecho laboral y societario, empresarios y directivos de áreas de RSC en grandes empresas, dirigentes sindicales y de instituciones de economía social y otros representantes de la academia. La alta participación conseguida (con más del 50% de respuestas) y, sobre todo, la alta calidad de las sugerencias y comentarios recibidos son, en sí mismas, un reconocimiento de la entidad del trabajo en curso.
Concluida esta primera fase volcada en mejorar la sustancia de la propuesta, correspondía ahora iniciar una segunda que pretendía recabar el apoyo público en nuevos espacios: de un lado, presentarlo a otras instituciones y personalidades relevantes partidarios de la empresa inclusiva y, de otro, captar la atención del máximo número de ciudadanos mediante la divulgación de sus lineas maestras en los medios de comunicación.
El propósito era disponer de un borrador final que sería presentado formalmente a los representantes de las fuerzas sociales y políticas en el último cuatrimestre de este año con la confianza de que despertara su interés y pudieran incorporarlo, en lo posible, a la próxima agenda legislativa.
Obviamente, en las actuales circunstancias de crisis sanitaria y económica, no nos queda más remedio que esperar a cómo se desenvuelven los próximos meses para ajustar nuestro programa a la nueva realidad.
En cualquier caso, estamos convencidos de que es en las crisis donde se producen las encrucijadas decisivas para la humanidad. Y que solo si salimos de ésta en la dirección que potencia una empresa inclusiva podremos salir fortalecidos en un proyecto país.
En los peores meses de la pandemia ha quedado demostrado el valor de ciertos grupos sociales que en situaciones “normales” son ignorados o despreciados, y que han asumido la tarea de salvar las vidas de nuestros seres queridos y conseguido que la sociedad y las empresas sigan funcionando. La aportación de fondos públicos en proporciones ingentes ha sido la otra pata que nos ha permitido parar el primer embate de la crisis, pero que puede terminar lastrando el futuro de todos en especial de los más jóvenes. Llega el momento decisivo en el que, por encima de cualquier retórica, hay que dar pasos prácticos que resignifiquen el papel del trabajo en las empresas y del sector público en la economía.
El espíritu del momento reclama transparencia y democratización por muchas razones que convergen en una misma idea: si se comparten los sacrificios hay que compartir el control sobre las decisiones. Empieza a ser imprescindible impulsar una empresa y una economía más participativa.
No sabemos cuan lejos llegará la iniciativa que defendemos, nadie lo sabe. Pero, si consiguiera poner de algún modo estos principios en la agenda social el camino habría ya merecido la pena.
Ignacio Muro Benayas
Plataforma por la Democracia Económica
Octubre de 2020